En el curso teórico-práctico de Cuento II se exploran diversas técnicas narrativas en el género corto.  A partir de la premisa de que arte es forma, se ponen en práctica los cómos del cuento. Se exploran las preguntas básicas de la forma: qué se cuenta, quién cuenta, cómo se cuenta y algunas técnicas de manejo de tiempo.

Para escribir un cuento deben tomarse varias decisiones durante la redacción del primer borrador, no sólo acerca del tema a abordar, sino también sobre cuál va a ser el conflicto con el que edificaremos la anécdota, quién debe narrarla, desde qué punto de vista y desde qué momento de la historia.  Estas decisiones se vuelven conscientes conforme se va logrando adquirir cierto oficio.  Entonces nos damos cuenta de que el manejo de la emotividad y la técnica son esenciales  para que nuestros cuentos  tengan consistencia.  Nuestra meta es atrapar al lector desde la primera línea y no soltarlo hasta el punto final del desenlace.

En este segundo curso de cuento, cuyo propósito es incrementar la creatividad y al mismo tiempo el conocimiento teórico, utilizaremos las diversas estructuras narrativas como puntos de partida, es decir, la capacidad de jugar con el tiempo, con el narrador y con la posición de éste en el texto para que, a partir del reconocimiento de estas variantes, los estudiantes puedan darse cuenta de las distintas posibilidades que tiene un autor al narrar una historia desde perspectivas y momentos diversos, con el fin de que tengan elementos para crear y descifrar su propia obra.

Resulta ocioso insistir en que  las categorías que estudiaremos en el curso pertenecen más bien al estructuralismo trabajado por Jean Genette y a la narratología (término acuñado por Todorov para designar una de las múltiples teorías que surgieron en la segunda mitad del siglo XX sobre el hecho literario), y que suelen ser la materia de trabajo de los críticos y estudiosos de la literatura, es decir: lectores competentes.  No obstante, tomaremos algunos términos acuñados por los creadores ––quienes en su mayoría escriben más bien a partir de haber creado un hábito del arte, como apunta O’Connor–– que hasta la fecha no han sido signados y bendecidos por ninguna escuela crítica.   Pienso que  la reunión de ambos léxicos, tanto el de los estudiosos como el de los creadores puede resultar conveniente con el fin de establecer un código común respecto a la explicación del  trabajo creativo. Además puede familiarizar a los futuros cuentistas con la terminología utilizada en algunas escuelas críticas, así como en el ámbito de sus futuros colegas escritores.